Todo comenzó en el pequeño puerto de ostras de La Tremblade en Charente Maritime, donde Eutrope GEAY y su hijo Georges, los pioneros de la familia, animan los mercados locales con su personalidad carismática y la calidad excepcional de sus ostras. Fue solo después de la Segunda Guerra Mundial que René GEAY, nacido en la tercera generación, cruzó las fronteras regionales y desarrolló la notoriedad de las ostras entregando él mismo a pescaderías por toda Francia.
El legado de este conocimiento es perpetuada por Patrice GEAY, quien perfecciona las técnicas y desarrolla una gama de ostras excepcionales que van desde la “fine de claire” hasta el “grand cru” de la ostra para establecer su reputación a nivel nacional.
En el corazón de la cuenca de Charente, la tierra y el mar nunca dejan de encontrarse. Estos dos elementos emblemáticos de la región se casan y se separan incansablemente al ritmo de las mareas. Es aquí, en Tremblade, un pequeño puerto de ostras, donde la familia GEAY se ha establecido durante cinco generaciones.
Sin litoral entre el continente, el Seudre y la isla de Oléron, la cuenca de Charente se beneficia de un entorno ideal, favorable a la formación de corrientes ricas en sedimentos y fitoplancton, al tiempo que se protege de las poderosas olas del Atlántico.
Durante la marea baja, las camas de ostras están expuestas, se descubren grandes franjas de tierra a lo largo de la costa, lo que permite trabajar en los parques. Entonces la marea creciente sumerge los parques nuevamente. Este fenómeno se repite dos veces al día con diversos grados de amplitud./p>
Sin embargo, la particularidad de la cuenca es la presencia del claro: antiguas marismas convertidas en una cuenca de refinación para las ostras a mediados del siglo XIX. Ubicado entre la tierra y el mar, los claros son un reflejo de estos dos entornos. Su suelo arcilloso y su riqueza en fitoplancton le dan a las ostras de GEAY sabores únicos.
Adrien GEAY es el último del linaje familiar. Su juventud y su dinamismo le empujan a hacerse cargo de la empresa familiar con respeto y gran modestia. Con los pies en la tierra, o más bien con los pies en el mar, dispone de los conocimientos necesarios para gestionar sus explotaciones ostrícolas, el respeto de sus productos y de la naturaleza.
Para él, lo que ejerce todos los días no es su trabajo, sino su pasión. Como suele decir: "Nací en los criaderos, ni siquiera tengo recuerdos de mis primeros días. Mis padres siempre me llevaban a los sitios de producción, a los “claire”, en la empresa, e instintivamente aprendí sin darme cuenta. De niño, acompañaba a sus padres a la cabaña.
Se subía a las barcazas, armado con botas y guantes para admirar el trabajo familiar. Su juventud, su dinamismo y su amor por las ostras le permiten a Adrien dirigir el negocio familiar hacia nuevas perspectivas.